A Dios no le gusta ver a sus hijos preocupados en asuntos menores. Donde hay tensión, hay carga. Donde hay carga, no puede haber vuelo. Él quiere vernos como ángeles en la tierra que, aun teniendo que poner los pies en el suelo sucio, permanecen alejados de todo lo que causa daño. Cuando tiramos las piedras y empezamos a tomar las joyas, pasamos a trabajar con la materia prima divina. Así los hijos se hacen como el padre, cuya mente sólo cobija aquello que es elevado.