La simplicidad agudiza el poder de percepción. Cuando hay simplicidad dentro de mí, las nubes o capas que impiden mi percepción empiezan a desaparecer y puedo ver las situaciones con claridad. Con simplicidad descubro que no hay nada que disfrazar o cambiar en mi percepción y, naturalmente, las decisiones que adopto se hacen también correctas. Por tanto, antes de tomar cualquier decisión importante necesito detenerme un momento, desligarme de la situación y verla con una mente fresca. Con esos pensamientos, me quedo libre de todos los tipos de actitudes y memorias asociadas que sean innecesarias. Entonces soy capaz de tomar la decisión adecuada.