Soltar no es desligarme, sino entender que no puedo controlar a otro.
Soltar es permitirse aprender con las consecuencias naturales de los acontecimientos.
Soltar es no culpar o acusar a otros, sino dar lo mejor de mí.
Soltar no es corregir, sino dar soporte.
Soltar no es negar, sino aceptar.
Soltar no es reprender o argumentar, sino identificar mis propias fallas y corregirlas.
Soltar no es ajustar todo a mis deseos, sino tomar cada día como viene, y valorizarme en él.
Soltar no es reclamar del pasado, sino crecer y vivir para el futuro.
Soltar es temer menos a amar.