Si quiero cambiar los resultados, necesito cambiar mis pensamientos. Si tengo buenos pensamientos en relación a los demás, esos pensamientos les alcanzarán. Sean cuales fueran los sentimientos de ellos, tarde o temprano cambiarán esos sentimientos para conmigo. La calidad de los pensamientos determina mi nivel de felicidad personal. Si los pensamientos son la semilla de todo el proceso de cambio, tal vez lo más sensato sea invertir en la observación de lo que mi mente está produciendo.